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“Cuando mi padre era el encargado del campo y el tambero en la Estancia La Eloísa de Alberto Hardoy, y hacían silo con una picadora de arrastre, yo que era un chico de 8 años que andaba allí por todos lados, siempre, en que tanto asistía al colegio en mi Lincoln natal. También concurrí a la Escuela Agrotécnica de Ferré”, rememora Walter Barneix, quien en su juventud fue testigo del arranque del picado de forraje y del uso de las picadoras de precisión en la Argentina.
Cuando esa tecnología impactó fuerte en nuestra producción de carne y leche, él ya trabajaba con ella y así de manera natural y sin proponérselo, fue protagonista activo e impulsor tanto del picado como de las picadoras. “En aquella época cada productor hacía su silaje y no existía la figura del contratista. Recuerdo que el año 1972 compramos un tractor y es para mí nuestro punto de arranque con el picado de forraje”, dice.
Ocho años más tarde hicieron un convenio con Marani, la fábrica de picadoras, para probar las máquinas modelo Cobra 2000 autopropulsadas de 200 HP con cabezal maicero de 3 surcos y “nosotros éramos los maquinistas”, recuerda.
Por mi cuenta
Llegando el año 94, comencé a trabajar por mi cuenta con picadoras de arrastre y trabajábamos las 24 horas porque no alcanzaba el tiempo, y en el mejor de los casos con las dos máquinas hacíamos 10 o 12 hectáreas por día , andando bien. Ese año llegamos a picar 700 hectáreas, una cantidad de trabajo que nadie lograba cumplir. La verdad que hacer esa cantidad de hectáreas era algo fuera de lo común”, señala.
“Más adelante, en la campaña 96 97, hacía poco que se difundía la figura del contratista, compré una máquina usada autopropulsada de 300 HP con cabezal de 4 surcos de maíz, con la que hice una temporada, y al año siguiente cambié la usada por una picadora también autopropulsada pero nueva de 420 HP y seis surcos”.
Para la campaña que siguió compró otra máquina de las mismas características, que se sumó a dos tractores de 140 HP cada uno con los que compactaba los silos aéreos que confeccionaba. “Pasaron los años, que no eran muy buenos, pero sumé una tercera picadora, que luego cuando nos agarró todo el problema del 2000 a 2001 tuve devolver una máquina para cancelar el resto” recuerda.
Luego apareció la embolsadora de 9 pies, como la antecesora de la máquina para bolsas de 12 pies de fabricación propia, con motor de 450 HP que esta probando con éxito en la actualidad y compacta los silos aéreos con tractores más grandes como uno de 380 HP y 12 toneladas de peso para tener un buen compactado con menor cantidad de tractores.
En la actualidad
También hoy trabaja con tres picadoras, una de 430 HP, otra de 650 HP y la tercera de 980 HP, en las provincias de Buenos Aires, La Pampa, San Luis, sur de Córdoba, y Mendoza, picando maíz, algo de sorgo, pasturas, alfalfa y cereales. Una de las picadoras esta fija en Mendoza, donde pican además de maíz, alfalfa “y desde hace 3 años que vamos con la picadora destinada de manera exclusiva para esa zona”.
“En realidad, hacía más de 10 años que íbamos a Mendoza con las otras picadoras de nuestra empresa ya que es un mercado que va creciendo muy despacito con el picado de alfalfa, cebada y cereales de invierno, en lotes de 30 hectáreas, y siempre son tres lotes debido al sistema de riego usado que se maneja que es por inundación. Al ser con riego, los alfalfares son muy buenos ya que no los afecta la sequía que pueda ocurrir”, detalla.
“Este es un año difícil a raíz de la seca que afectó a los cultivos de secano, y vinieron muy bien los 70 mm de lluvia caídos a mediados de octubre, y esperemos que se destape y llueva” comenta en referencia a la situación de sequía que se vivió en este tercer año Niña consecutivo en la región de pampa húmeda.
En la actualidad Walter Rafael Barneix es el titular de WRB Silajes la empresa familiar con más de 33 años de experiencia directa en la confección de silajes, trabaja con uno de sus tres hijos, el Ing. Agr. Juan Martín Barneix. También hacen heno empacado con dos megaenfardadoras que trabajan en equipo con cortadoras de forraje para 3 puntos y toma de fuerza delanteros con 9 metros de ancho con una capacidad de corte de 100 ha/día “lo cual hace que cortemos en el momento justo la cantidad de ha necesarias para enfardar”, detalla.
Con la confección de earlaje (ensilado de la espiga de maíz incluido el marlo con el grano), la distribución de estiércol sólido, y el ensilado de unas 6.000 hectáreas por año con sus tres equipos de picado, se involucra el trabajo directo de 37 personas y se consumen 3500 litros de gasoil por año, que se pagan al contado. En el año 2016 fue ganador del Testimonio Clarín Rural al Desarrollo Empresarial, y en el 2018 en Expoagro le otorgaron el premio a la Trayectoria del Contratista Rural.
“Este año”, anticipa Barneix, “nos estamos preparando para trabajar más horas por día, porque la campaña será marzo y abril, debido a que será todo maíz de segunda. Todo el trabajo que normalmente lleva 4 meses, no será posible hacerlo en solo 2 meses ya que no habrá equipos suficientes para ello. Alguien se va a quedar sin hacer silo. Otro problema grave es que, en marzo o primeros días de abril, empieza a helar y no se podrá seguir picando, ya que los maíces helados no se pueden ensilar y se pierden en una semana”.
El trabajo del contratista de forraje es muy espontaneo y con carga variable, pero a la vez de alta intensidad. Puede ocurrir que se tenga la idea de haber logrado planificar medianamente todos los movimientos y su logística, cuando de pronto y de manera inesperada, se agregan hectáreas para picar. “Es distinta a otras tareas del campo, en las que la planificación suele mantenerse estable durante cada jornada o durante buen tramo de la campaña”, explica nuestro protagonista.
“A veces aparece de pronto un cliente que se le pasa el maíz, y entonces se empieza a juntar todo, y el trabajo termina siendo muy intenso, ya que los demandantes son clientes que no querés perder y empezás a trabajar 2 o 3 horas más por día, y de pronto estas en la tarea durante 13 o 14 horas por día, que luego llegan a 15 y 16 horas”, señala Walter Barneix.
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