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Un grupo de expertos afirmó que cuando el clima sea más predisponente a enfermedades se hará visible la pérdida de eficacia de los productos, y llamaron a informar sobre medidas anti resistencia.
Así como la resistencia de malezas a herbicidas se transformó en la última década en el principal desafío de los productores agropecuarios argentinos, la resistencia de las enfermedades a fungicidas puede tornarse un problema grave en los próximos años, sobre todo cuando el clima cambie la tendencia a condiciones más predisponentes. Así lo advirtieron muchos productores y asesores especialistas en enfermedades de los cultivos durante un simposio sobre resistencia a fungicidas realizado esta semana en Buenos Aires.
Según explicó el investigador español Fran López Ruiz, miembro del grupo de investigación sobre resistencia a fungicidas en Australia, en ese país el oídio en trigo ya es un problema de difícil solución porque los fungicidas basados en estrobilurinas o en inhibidores de la demetilación dejaron de funcionar y no hay variedades del cereal resistentes a la enfermedad. Situaciones similares se observan con el oídio en cebada, la rabia del garbanzo, la septoriosis…
Entre las recomendaciones de López Ruiz, la principal fue seleccionar variedades resistentes a estas enfermedades. En segundo lugar aparecen las prácticas culturales: manejo de rastrojos, rotaciones de cultivos, uso de puentes verdes, elección de fechas de siembra. Y por último, la aplicación responsable de fungicidas. “El uso de fungicidas debería ser la última herramienta, se deben aplicar solo cuando sean necesarios, e incluir la rotación de principios activos. Y usarlos a tiempo, cuando la enfermedad alcanza niveles básicos de infección, no cuando ya es demasiado alta”, remarcó.
Durante el evento, que fue organizado por la firma de fitosanitarios de origen indio UPL, el productor y miembro de la Red de Manejo de Plagas (REM) de Aapresid Juan Marsigliani mostró resultados de una encuesta a productores en la que el 10 por ciento dijo observar una baja en la eficacia de los fungicidas, mientras que casi el 50 por ciento reconoció que no lo sabe.
Según explicó Marsigliani, la roya amarilla es la enfermedad más difundida en los cultivos de invierno, salvo en el oeste del país, donde la roya anaranjada prevalece. En materia de herramientas químicas de control, las mezclas de triazoles y estrobilurinas son los fungicidas más utilizados, y les siguen las mezclas con carboxamidas. La mayoría de los encuestados que aseguraron observar resistencia por parte de las enfermedades se refirieron a la resistencia a triazoles+estrobilurinas.
Las mesas de trabajo realizadas entre expertos durante el simposio confirmaron que se observan ineficiencias de control de enfermedades por diversos motivos, de los cuales el más mencionado fue la falta de información, divulgación y capacitación sobre medidas anti resistencia, y en segundo lugar los altos costos.
Se sumaron otras particularidades como la naturaleza de las explotaciones locales, en las que por ejemplo muchos pooles de siembra aplican automáticamente los productos en determinado estado fenológico porque el fungicida ya está presupuestado en el plan anual.
“La principal conclusión es que es necesaria más capacitación, más divulgación del tema y más integración de medidas de manejo. Es un problema que está ocurriendo pero que todavía no explotó por diversas situaciones, una de ellas es que las condiciones climáticas, además de limitar al cultivo, limitan también a las enfermedades”, afirmó el fitopatólogo Marcelo Carmona, coordinador del encuentro.
Entre las prácticas a difundir y adoptar, además de las rotaciones de cultivos y de principios activos los especialistas mencionaron la importancia de ponderar el perfil sanitario de los materiales utilizados, el análisis de la carga fúngica en semillas, el uso de bioestimulantes y el uso de viejas y conocidas herramientas como los fungicidas multisitios, sobre los que prácticamente no se ha reportado resistencia por parte de las enfermedades.
“Las estrategias anti resistencia tienen que ser aplicadas antes de que surjan los problemas en el campo”, concluyó Carmona.
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