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Días atrás se produjo un hecho de enorme importancia: la decisión de Bayer, la gigantesca empresa alemana, de mantener unida la división agrícola a la farmacéutica y química. Lo comunicó el propio director ejecutivo de la empresa, Bill Anderson, en el informe trimestral presentado a los inversores el 4 de marzo pasado. Hoy te cuento de qué se trata.
Hace unas semanas, había trascendido la posibilidad de una escisión, provocada por el costo de los litigios con el Roundup (la marca comercial del glifosato), cuando miles de pacientes de cáncer intentaron atribuir el origen de la enfermedad al herbicida más exitoso de la historia. Anderson reconoció que esto había sido una carga enorme para las finanzas de la empresa, a pesar de que ganó la enorme mayoría de los juicios.
Nunca pudieron comprobar que el glifosato es carcinogénico. Pero la defensa tuvo costos de enorme significación. “Sin ellos, nuestra empresa habría generado unos 5.000 millones de euros de flujo de caja por año”, añadió Wolfgang Nickl, director financiero y miembro de la junta directiva de Bayer.
La empresa “ha llegado a acuerdos y/o estuvo a punto de llegar a acuerdos en un número sustancial de reclamaciones. De las aproximadamente 167.000 reclamaciones en total, aproximadamente 113.000 han sido resueltas o no son elegibles por diversas razones”. Bayer tiene actualmente 6.300 millones de dólares reservados para pagos de glifosato; unos 54.000 casos están pendientes.
“Nuestro nuevo Consejero General ha contratado nuevos abogados externos y estamos incorporando un experto en litigios a nuestro Consejo de Supervisión. Nos defenderemos vigorosamente. Damos la bienvenida a los resultados positivos. . . y continuaremos apelando cada veredicto desfavorable”.
La EPA dice que “no existen riesgos preocupantes para la salud humana cuando el glifosato se utiliza de acuerdo con su etiqueta actual”. La EPA también señala que “es poco probable que el glifosato sea un carcinógeno humano”, aunque sí señala “riesgos ecológicos potenciales para organismos no objetivo, principalmente plantas, debido a la deriva de la pulverización”.
La Comisión Europea ha ampliado el registro del glifosato por 10 años más y California afirma que no hay pruebas suficientes para poner una advertencia de cáncer en los productos con glifosato. Anderson no se anduvo con rodeos y calificó el glifosato como “seguro” y “esencial” para la agricultura.
“Es el producto químico para la protección de cultivos más utilizado en el mundo debido al papel único que desempeña al mantener a raya las malezas y proteger los rendimientos de cultivos importantes, desde los granos producidos en hileras hasta frutas y verduras”, dijo.
Añadió que esto ayuda a mantener asequibles los precios de los alimentos, además de facilitar la agricultura sin labranza.
“Sin glifosato, las emisiones de carbono de la agricultura aumentarían dramáticamente”, dijo Anderson, haciéndose eco de estudios que han demostrado que el glifosato puede ayudar a capturar más carbono.
“El glifosato desempeña un papel importante en la economía agrícola”, añadió. “Las amenazas a su disponibilidad ponen en peligro el sustento de los agricultores, como lo demuestran los más de 360 grupos de defensa de agricultores que recientemente llamaron la atención del Congreso de los Estados Unidos sobre este tema. Están preocupados porque Bayer es la única fuente estadounidense de glifosato”. Anderson también dijo que la empresa sigue desarrollando productos de protección, tanto para controlar malezas como otras plagas de la agricultura.
Es una gran noticia que la conducción de Bayer haya decidido dar la batalla a fondo, reivindicando a la molécula que más beneficios ha brindado a la agricultura. Aunque, digamos todo, el glifo ya no es lo que era. “Los contrarios también juegan”. Y en este caso, los contrarios son las malezas que han desarrollado tolerancia al herbicida.
Este proceso natural se aceleró por el propio facilismo del “sistema glifo”, sobre todo cuando apareció el maíz RR. Con esta genética, la rotación de cultivos no fue acompañada por la rotación de moléculas.
Pero la ciencia y la tecnología siguieron aportando soluciones. La más revolucionaria es la irrupción del sistema Enlist, propuesto por Corteva, que permite dar batalla a malezas de hoja ancha que se habían convertido en un grave problema.
Todo esto remarca el triunfo de la tecnología, frente a las tendencias retardatarias. Que no solo le han costado mucho dinero a las empresas: también impactan en el precio de los alimentos. Porque los costos de los juicios finalmente se trasladan a la cadena productiva. La apelación a las emociones fáciles, como el ataque a la modificación genética o a los agroquímicos, es una enorme irresponsabilidad. Que llega a ser obscena cuando atrás de ellas está el negocio de los juicios.
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