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La sequía ya es severa en 53 departamentos del centro del país, constituyendo una amenaza y un riesgo para más de 141.000.000 hectáreas productivas, 12.425.000 bovinos, 1.800.000 hectáreas de trigo y una población de más de 1 millón de habitantes.
La falta de agua excepcional por tercer año consecutivo en gran parte de la región agropecuaria nacional está causando serios perjuicios a los cultivos y pasturas que derivarán en importantes pérdidas económicas para los productores y el país. Y las noticias no son buenas ya que los pronósticos anticipan que el fenómeno de La Niña, responsable de la escasez de precipitaciones, tiene más del 70% de probabilidades de extenderse durante todo el verano.
La sequía ya es severa en 53 departamentos del centro del país, constituyendo una amenaza y un riesgo para más de 141.000.000 hectáreas productivas, 12.425.000 bovinos, 1.800.000 hectáreas de trigo y una población de más de 1 millón de habitantes, según informó María de Estrada, coordinadora de la Mesa Nacional de Monitoreo Sequía y responsable de la oficina de Emergencias Agropecuarias de la Secretaría de Agricultura de la Nación en una presentación de Perspectivas Agrometeorológicas 2022/23 que tuvo lugar este miércoles y contó con la presencia del titular de la cartera, Juan José Bahillo, técnicos de esa dependencia y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA)
. “Estamos en una situación muy crítica en cuanto a un tercer año de anomalía del régimen de lluvias que impacta en la producción de los cultivos por eso, este tipo de informes son un insumo muy importante a la hora de fijar políticas y también para los distintos actores de los sectores productivos”, manifestó Bahillo.
El área más afectada por la escasez hídrica es la zona núcleo agrícola, particularmente el norte de Buenos Aires, sur de Santa Fe y de Entre Ríos, donde la falta de lluvias ya lleva 11 meses afectando a 7 millones de hectáreas. Allí, el déficit acumulado entre 2020 y 2022 es más bajo que el registrado entre 2007 y 2009 cuando se produjo una de las peores sequías de la historia.
Con el agravante de que en esta oportunidad, se entra a la campaña en peores condiciones que en 2008. En la zona se han reportado mermas en los cultivos de invierno y el pasto para el ganado, así como un retraso en las siembras de verano (maíz y girasol) por falta de humedad en los perfiles.
“Los cultivos extensivos, frutales y forrajeras presentan mermas en su crecimiento, hay amarillamientos y pérdidas de hojas generalizadas. El rendimiento se encontrará muy por debajo del promedio histórico”, aseguró Estrada. Los informantes del relevamiento, dan cuenta de abandono o redestino de lotes y baja de la carga en campos ganaderos.
En tanto, en otras regiones como el noroeste y noreste, el déficit se prolonga por más de 25 meses pero es algo menor. En Cuyo, por su parte, la situación ya se extendió por 19 meses, afectando a pastizales, cultivos y deprimiendo los niveles de los diques.
Para que la situación se revierta, de acuerdo con Estrada, “serían necesarias lluvias superiores a lo normal que no están pronosticadas por ninguno de los modelos disponibles”, indicó la coordinadora.
Se espera que las condiciones Niña se prolonguen hasta el primer trimestre de 2023, acentuando el déficit de precipitaciones en el noreste y centro este del país, y trayendo temperaturas superiores a lo normal en la zona central. A pesar de que en lo que resta de octubre se producirán lluvias en la zona núcleo, no serán suficientes para cambiar la severidad de la situación, además, el escenario a 30 días es desalentador en cuanto a la ocurrencia de precipitaciones en esa región.
“Todas las previsiones hacen suponer una fuerte disminución de los rindes de fina y un desplazamiento de los cultivos de gruesa hacia fechas de siembra tardía”, dijo Adriana Basualdo de OMEGA. De todas maneras, los técnicos advirtieron que en las zona más afectadas corre riesgo la siembra de soja y de maíz ya que hay mayores chances de un déficit hídrico en los meses de octubre, noviembre y diciembre.
Por su parte, las altas temperaturas exacerbadas por el calentamiento global incrementan el riesgo de sequías más extremas. Por eso, para esta campaña, Pablo Mercuri, del INTA, recomendó analizar la disponibilidad de agua en el horizonte superficial y en profundidad, hacer un manejo del agua por ambientes siguiendo la dinámica de las napas, trabajar en una agronomía de precisión, analizando la densidad de siembra, las rotaciones, las fechas tardías, diversificar para minimizar el riesgo climático y aprender a gestionar el agua.
A largo plazo, llamó a hacer una gestión del agua de precisión considerando que cada milímetro cuenta, hacer conservación del agua y del suelo, utilizar riego y ser eficientes al hacerlo, trabajar en mejorar los plazos y certezas en los pronósticos estacionales, así como regenerar y restaurar los ciclos hidrológicos por cuenca.
En cuanto a la ganadería, frente a las malas perspectivas, Andrés Méndez, técnico especialista del INTA, sugirió hacer un balance forrajero, ver si la situación es adecuada para afrontar los servicios en las zonas más afectadas, hacer reservas con las pasturas que estén en mejores condiciones para afrontar el verano y el invierno siguiente en lugar de consumirlas. “Si hay que castigar potreros, que sean pasturas viejas y verdeos anuales”, indicó. También recomendó recurrir a fertilización nitrogenada, de ser factible, con las lluvias de febrero para lograr un aumento de la producción de forraje. Se ser necesario un ajuste de carga, aconsejó desprenderse de animales improductivos, hacer destete precoz o anticipado, priorizar las categorías de mayores requerimientos como vacas y vaquillonas con terneros al pie, preñadas o que vayan a servicio. Asimismo, llamó a poner atención a los problemas sanitarios que puedan surgir por la falta de agua para la hacienda.
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