[ad_1]
El agro francés ha pasado de ser el decimo exportador mundial hace 20 años al 50º en el momento actual, y es el único entre los grandes productores agroalimentarios en el que todos los sectores retroceden simultáneamente, según señala la “Comisión de Asuntos Economices” del Senado en el informe denominado: “Competitivite de la Ferme France” / Report de informatión nro. 905 / 28 setembre 2022.
Esto sucede, agrega el “Informe del Senado de la Quinta República”, cuando el mercado mundial experimenta una etapa de fuerte crecimiento económico que tiene ya dura más de 20 años, y que no deja de aumentar debido a que el eje de la demanda global de agro alimentos se ha trasladado al Continente asiático con epicentro en China, y es arrastrada por una gigantesca clase media con niveles de ingresos comparables a los norteamericanos.
El resultado es que la producción agrícola francesa cede sistemáticamente posiciones en el mercado interno a las importaciones extranjeras, que son las que alimentan a los sectores de menores ingresos, en tanto que la producción francesa se orienta a satisfacer una economía de “nichos” de los segmentos que disponen de los mayores recursos.
Esto se revela en que las importaciones alimentarias se han duplicado a partir de 2001, y representan más de la mitad de lo que consumen los franceses más pobres y desfavorecidos.
Por eso Francia, “El Granero de Europa”, es hoy deficitaria en materia de alimentos en el Continente Europeo, lo que sucede desde 2015; y al mismo tiempo se ha convertido en una economía agrícola deficitaria en relación al mundo entero.
En suma, el agro francés experimenta un proceso de creciente degradación y retroceso generalizado, con un potencial productivo que disminuye año tras año. Esta ominosa situación se revela también en que el número de productores es cada vez menor, al tiempo que se reduce sistemática y acumulativamente la superficie agrícola, en tanto que los rendimientos están estancados desde hace mas de 15 años.
Notablemente, el Estado Francés no tiene ante esta crítica situación más que una posición defensiva, y carece de algún tipo de iniciativa tendiente a re posicionar al agro en el plano mundial; y esta parálisis decisional ocurre cuando la demanda en Asia y América Latina, entre otros, está literalmente explotando.
Algunos ejemplos son suficientemente elocuentes: Las exportaciones de harina han caído 10 veces desde 1995; y esta disminución ha sido acompañada por una baja de la producción en la industria harinera de más de 20% desde entonces.
De ahí que se haya producido una diferencia de precios de hasta 56% entre la harina francesa y sus competidores extranjeros. Esto implica que para competir internacionalmente, faltos de innovación y productividad, los agricultores franceses deban disminuir necesariamente sus ingresos reales, y por esa vía el valor de sus activos y en primer lugar de sus propiedades.
Hay que observar que la única fuente de competitividad que tiene el mundo agrícola de Francia hoy consiste en reducir sus ingresos lo que implica descapitalizarse sistemáticamente.
El caso de la industria láctea es todavía más crítico: al ritmo actual, entre 2005 y 2030 habría 800.000 vacas lecheras menos, lo que equivale a una reducción de 20% en 25 años.
A esto hay que agregar que 1 de cada 2 productores lácteos deben cerrar sus plantas productivas cuando se retiran porque sus hijos se niegan a vivir con los escasos recursos de una actividad en retroceso.
Los datos en este sentido se multiplican: las importaciones de tomates marroquíes han aumentado 233% desde 1995; y uno de cada 2 pollos consumidos en Francia son importados, de los cuales 2/3 integran los menues pre cocidos vendidos en los supermercados o en los restaurantes a un precio 3 y 4 veces superior del cual los productores franceses no reciben beneficio alguno.
El informe del Senado Francés, no obstante su extrema dureza y lucidez, no admite en su condición de expresión del poder político de Francia que la causa fundamental de la perdida de competividad / productividad del agro se encuentra en la misma “Política agrícola común” (PAC) de 1960, que fue la condición impuesta por el General De Gaulle, el primer presidente de la 5ta. República, a través del su Ministro de Agricultura Edgard Pisani, para que Francia se incorporara al Mercado Común Europeo; y por eso la agricultura francesa fue la gran beneficiaria de la PAC.
De ahí que sus agricultores reciban todos los años 40% del total de los subsidios agrícolas europeos; y salgan convertidos en una producción hiperregulada, superprotegida y extraordinariamente subsidiada. La contrapartida de esta situación es que el principal agro europeo se ha convertido en un organismo prácticamente carente de innovación y con precios tan elevados que le impiden competir internacionalmente.
[ad_2]
Source link