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Desde hace 28 años gerencia su empresa familiar dedicada a la agricultura, la ganadería, la molinería, la elaboración de alimento balanceado y la extrusión de soja, un negocio próspero que le permite vivir cómodamente en Tres Algarrobos, un pueblo de 3500 habitantes de la provincia de Buenos Aires, junto a su esposa y a su hija de 9 años. Sin embargo, el licenciado en Economía Ignacio Sánchez, a sus 50 años, decidió salir de esa zona de confort para postularse como candidato a Intendente de Carlos Tejedor. ¿Por qué un productor agroindustrial con la vida resuelta elige poner todo en pausa para tomar las riendas de un municipio a tiempo completo en un contexto de profunda crisis nacional?
“Los que vivimos en lugares chicos estamos acostumbrados a que tenemos que autogestionarnos porque si no, hay un montón de cosas que nunca llegan, la única forma de lograrlas es comprometiéndonos. Todo lo que funciona acá es porque hay una cooperadora o una comisión que ayuda y que lo sostiene, un poco esa es mi idea de participación en política”, explica Ignacio en diálogo con Clarín Rural a pocos días de las elecciones.
Desde muy joven él se ha involucrado en la vida política, pero esta es la primera vez que acepta el desafío de incursionar en funciones ejecutivas. Lo hizo a instancias de los compañeros más jóvenes del grupo que integra, quienes le propusieron que se presente como candidato a intendente, y luego de analizarlo en profundidad junto a su esposa, ya que, de resultar electo, tendrá un trabajo de altísima demanda que implicará cambios significativos en su vida familiar.
“Yo tengo una nena de 9 años y, frente a todo lo que está pasando, cada vez que la miro pienso: ¿qué hago para que ella no se tenga que ir de acá?”, relata Ignacio. Y para él, el momento de actuar es ahora. “Hoy la empresa está muy organizada y ordenada, así que en muchos sentidos funciona sola, está muy automatizada, y me permite hacerlo”, dice.
Según cuenta el candidato, en la escuela, en los clubes de fútbol, en la cooperadora del hospital y en todas las instituciones de Carlos Tejedor hay ciudadanos participando. “Uno hace cosas que no tienen que ver con lo económico personal sino con tratar de sostener lo que hay en estos lugares”, explica. Por caso, cuando volvió al pueblo, después de terminar su carrera universitaria, le pidieron que de clases de Economía ya que el profesor titular se jubilaba. “Había que dar una mano”, recuerda, y hoy hace 25 años que es docente de la materia en ese colegio.
Ignacio fue concejal por la Unión Cívica Radical en dos oportunidades, la primera vez, cuando solo tenía 25 años. Más tarde, cuando ese sector del radicalismo se sumó al proyecto de Néstor Kirchner, decidió pasar a integrar un partido vecinal que luego se fusionó con el PRO, por el cual asumió como concejal en 2013.
Hoy, luego de resultar vencedor en la interna de Juntos por el Cambio, Ignacio es el candidato a intendente de Carlos Tejedor por esa fuerza política y en las elecciones del 22 de octubre enfrentará a su rival, la kirchnerista María Celia Gianinini, que está al frente del Ejecutivo local desde 2019 por tercer mandato (no consecutivo).
La historia y la empresa
El abuelo de Ignacio, Benito, junto a sus tres hermanos, fueron los fundadores de la empresa familiar. Ellos comenzaron con la producción agropecuaria y gracias a las facilidades de aquel momento, pudieron acceder a créditos para comprar maquinaria y prestar servicios de contratista rural. La nueva actividad les permitió anexar más campo y convertirse también en acopiadores de granos.
Benito tenía un sueño: agregar a la cadena de producción un molino harinero. Lamentablemente, él murió joven y no pudo concretarlo, pero su hijo, Carlos, el padre de Ignacio, se lo cumplió. A fines de 1995, el molino Pueblo Chico ya se encontraba listo para empezar a funcionar. Para ese entonces, Ignacio estaba a punto de recibirse de Licenciado en Economía en Buenos Aires y pensaba quedarse un tiempo más en la Capital, pero un llamado de su papá le cambió el rumbo. “Ya terminé el molino y alguien lo tiene que poner en marcha”, le dijo. Y allá fue Ignacio, con la formación académica, sin ninguna experiencia pero con muchas ganas, a recorrer el camino del negocio familiar, al que gerencia hace 28 años y que hoy está consolidado en el mercado.
Actualmente, en Tres Algarrobos, con Carlos a la cabeza, los ocho socios de la empresa familiar siembran fundamentalmente trigo, soja, maíz y eventualmente, algo de girasol. También dedican una superficie a pasturas y verdeos que se destinan al consumo animal en el engorde intensivo de ganado vacuno. Además, hacen cría bovina en las provincias de San Luis y Mendoza donde también producen duraznos.
Asimismo, levantaron una planta de elaboración de alimentos balanceados para animales de granja y una planta extrusora de aceite de soja a partir de la que obtienen el expeller que utilizan como insumo de la fábrica de balanceado junto al afrechillo de trigo que sale del molino.
El molino tiene una capacidad de molienda de 100 toneladas de trigo diarias. La harina la comercializan en la zona de influencia de Tres Algarrobos, en las provincias de Buenos Aires, Mendoza, La Pampa, Salta, Tucumán y Jujuy, a través de un sistema tercerizado de distribuidores, ya que no hacen venta directa a panaderías.
La empresa de los Sánchez es de gran importancia para el pueblo, solo en las tres plantas fabriles emplean a 20 personas, pese a que los procesos están automatizados, y cuentan con otros tantos trabajadores que se ocupan de las tareas rurales y administrativas.
El Consorcio, un orgullo
En el año 1999, cuando Ignacio ejercía como concejal en Carlos Tejedor, con un grupo de productores y el apoyo de la cooperativa eléctrica, crearon un Consorcio Vial que ya lleva 23 años de funcionamiento ejemplar. “Los caminos viales están en perfectas condiciones. Nuestro Consorcio es modelo para otros partidos de la región que se acercan a conocerlo para imitarlo”, destaca orgulloso.
¿El secreto? “Es muy simple: es un grupo de gente que le pone muchas ganas y que no busca sacar réditos personales de esto, así es como logramos que funcione”, dice el candidato.
El Consorcio Vial de Carlos Tejedor es un ente mixto en el cual los empleados y las máquinas son municipales, los pagos se hacen a través del Municipio, y hay una comisión integrada por productores y miembros del Municipio que deciden adónde se destinan y cómo se administran los fondos. Estos están constituidos por un porcentaje de la tasa de red vial, una parte de la descentralización tributaria del Impuesto Inmobiliario afectado y por el dinero que ingresa por trabajos que el Consorcio realiza en predios rurales privados.
“Al principio fue muy difícil, nadie apostaba demasiado por nosotros”, repasa. Cuando empezaron, en 2002, tenían un 26 por ciento de cobrabilidad y todo el partido inundado; ahora superan el 90 por ciento. “Tenemos todos los caminos ya alteados, hemos hecho trabajos hidráulicos con alcantarillados y cosas muy importantes; los productores de acá tienen la certeza de que el dinero de la tasa vial va a la reparación de caminos, algo que no sucede en otro lugar”, afirma Ignacio. El Consorcio cuenta con un depósito donde se almacena combustible, lavadero y taller propios para mantener la maquinaria, y cada dos o tres años compran una máquina nueva para mantener actualizado el equipo. “Ha sido una experiencia muy buena. Ver cómo funciona hoy es una gran satisfacción”, manifiesta el productor.
Un país mejor
A Ignacio le duele la Argentina actual y a pesar de que él tiene un buen pasar ganado a fuerza de trabajo, se pregunta: “¿De qué me sirve a mí si voy a tener que vivir en una burbuja, si me voy a tener que meter en un country porque todo lo que pasa alrededor es totalmente diferente? A mí me va a servir cuando todo funcione y todas las personas puedan estar de la mejor manera posible, porque solo entonces todos vamos a poder vivir en una sociedad realmente libre sin un montón de problemas. Mientras no sea así y sigamos viviendo en una país donde hay tanta gente que la está pasando tan mal, es muy difícil que podamos tener esa sociedad que nosotros queremos”, expresa.
Para transformar la realidad, según el productor, es esencial participar. “Si los que creemos que las cosas tienen que ser de otra manera no nos involucramos, no tenemos que quejarnos después desde el living de nuestra casa, porque las cosas se hacen entre todos, poniéndole el cuerpo para sacar al país de esta situación horrorosa que estamos viviendo”, afirma.
De acuerdo con el candidato, “la política no es mala palabra, son las personas inescrupulosas las que han hecho ella algo sucio y la han convertido eso”. No obstante, sostiene: “Somos muchos los que creemos que tiene que ser diferente y tenemos que participar para cambiar eso, ¿sabés qué país diferente tendríamos, no? La política se convirtió en mala palabra por las personas que han estado en ella pero no todos somos Insaurralde, existimos personas totalmente diferentes en Argentina”, subrayó.
A menos de dos semanas de las elecciones, en el equipo de Ignacio hay gran expectativa. “Hay mucha gente que está muy disconforme con el gobierno actual, que quiere un cambio, pero también hay mucha presión del Municipio porque hay un asistencialismo impresionante y en la situación tan precaria en la que están un montón de personas hoy, eso también tienen incidencia”, indica el candidato. Por otra parte, “la situación económica se ha descalabrado de una manera muy acelerada y pensamos que muchas personas que votaron de una manera en agosto pueden hacerlo de una manera diferente en octubre”, analiza.
De ser elegido intendente, las primeras acciones de su gestión las haría en el área de salud, asegura. “Ha habido un deterioro muy grande en estos últimos cuatro años, más allá de la pandemia. El Municipio no le dio la importancia que necesitaba el sistema de salud, se han perdido una gran cantidad de profesionales, el sistema está colapsado. Tenemos que arrancar por ahí, es algo indispensable porque en este partido no hay prestadores privados de salud, el primer prestador siempre es el hospital municipal, después viene la derivación, entonces tenemos que estar preparados para atender a toda la población de la mejor manera posible”, detalla.
Por otra parte, considera que desde el Municipio, en coordinación con la Provincia y la Nación, “tienen que lograr sacarle el pie de encima al privado para que pueda empezar a producir y así generar el círculo virtuoso del trabajo, del ingreso, del consumo y de todo lo que trae aparejado”.
En relación con el sector agropecuario, el productor reclama “que el Estado deje de usar de vaca lechera al campo”. En las localidades que dependen del agro, indica, no solo de la producción primaria sino también de su industrialización, “necesitamos que el Estado nos deje trabajar, porque estamos en la situación actual no solo por las retenciones sino porque todo es una máquina de hacer que el campo pierda rentabilidad y no pueda generar el efecto derrame que produce cuando las cosas funcionan”.
Para el empresario, Argentina tiene que organizar su economía y no gastar más de lo que genera. “Donde hay un Estado que lo único que hace es emitir dinero para poder cubrir gastos corrientes, hay inflación inmediata y más pobreza para los que menos tienen en forma automática”, señala.
El futuro
A sus 50 años, Ignacio tiene la decisión, la voluntad y el compromiso de aportar su parte en el camino hacia un futuro mejor. “Mi hija es el motor de todas estas cosas que hago, la miro a ella y me dan ganas de que todo esto cambie y de que podamos hacer algo distinto”, expresa.
Al finalizar su gestión solo espera que la gente pueda decir: “Este tipo hizo lo que dijo que iba a hacer, fue honesto, fue transparente, fue consecuente, laburó por todos nosotros y, por sobre todas las cosas, nunca se creyó que era el poderoso de turno sino que siempre entendió que era un servidor público al que pusimos ahí para que haga bien las cosas y cuide lo que es de todos”. Eso sería para él “el éxito” de haber estado en la función de intendente.
Mirando hacia adelante y pensando en su hija, sueña con “dejarle un país en el que haya oportunidades, donde haya ilusiones y esperanzas, donde haya posibilidades de crecer, donde las empresas quieran instalarse, un país al que el mundo mire con confianza por ser institucionalmente sólidos porque se respeta la ley”, manifiesta.
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