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“Después de varias horas de cabalgata, mucho viento, tierra y algo de cansancio acumulado, llegar en el corazón de la cordillera al límite con Chile es verdaderamente mágico”. Con estas palabras rubricó todo lo que sentía a 4.000 metros de altura, después de casi tres días de cabalgata Santiago Alem, ateneísta (fue presidente del Ateneo CRA hasta hace poco), contador que trabaja en la empresa familiar dedicada a la ganadería en Olavarría.
Aún hoy, en el siglo XXI de plena ebullición tecnológica y de nuevas herramientas, el caballo sigue siendo un compañero para la gente de campo y se establece entre equino y jinete un vínculo indescriptible. Quizás algo de aquellas cabalgatas que hacía con su padre cuando “todavía no tenía ni uso de razón”, haya quedado en su memoria emotiva para que, ya de más grande, haya soñado con hacer alguna cabalgata de montaña (su otro amor).
El germen de la aventura estaba ahí, pero no se animaba o no había encontrado los caminos, hasta que, (en uno de los viajes como ateneísta), charlando con una amiga chaqueña, se dieron cuenta que tenían la misma motivación: hacer una expedición por la cordillera a caballo.
¿Qué cosas te quedaron en el cuerpo, qué sensaciones te conmovieron en la cordillera?
A mí, la montaña me encanta. Me apasiona. La conozco mucho en invierno, no la conocía tanto en verano. Y esta fue una oportunidad para hacerlo de lleno. Lo que mas me quedó es lo imponente que es el paisaje, la naturaleza cruda, con la menor intervención del hombre. El silencio, las noches, las estrellas se te vienen encima, es increíble. La magnitud de la montaña y la naturaleza, los imprevistos que hay que resolver como se puede.
¿Cómo surgió la idea?
Como me encanta la montaña y los caballos, hace varios años había escuchado de cabalgatas en la cordillera. Y era algo que tenía pendiente pero no encontraba con quién hacerlo, me resultaba difícil conseguir amigos que se copen a hacerlo. A raíz de eso no había investigado mucho, de ahí surgió en uno de los viajes del ateneo CRA visitando una amiga de chaco le conté de esta idea al pasar y me dijo que ella también quería hacerlo y que lo quería hacer y así surgió desde una charla aleatoria. Así terminamos siendo 9 personas: Pamela, mi amiga del Chaco con sus hermanos, dos amigas de Salta, mi hermano Matías (Santiago es el hijo mayor de 3 varones: Matías, estudia para agrimensor; y Facundo, el más chico, aún en el colegio secundario). El grupo lo completaba otro amigo de Santiago.
¿Cómo es el día a día de la travesía?
Partimos desde Los Molles, en Mendoza, cerca de Malargüe. Son 5 días porque vas el primer día en combi hasta donde comienza la excursión, pero esa noche ya la pasás a la intemperie, como vas a dormir el resto de las noches, en la bolsa de dormir tapado y todos bien juntos para pasar el frío. A la mañana siguiente vienen los baqueanos, hacés vinculo con tu compañero, tu caballo, y arranca la travesía. Una vez en camino, te despertás al amanecer, desayunas y partís. A veces se hace una parada al mediodía a almorzar y otros se cabalga seguido hasta pasado el mediodía. En promedio las cabalgatas son de 5 horas por día, por ahí todas seguidas o fragmentadas. Son dos días y medio de ida y llegás hasta el límite con Chile, el paso Santa Elena, que fue uno de los pasos que usó el ejército de San Martín, fue el paso más austral. El ejercito avanzó sobre el valle, nosotros cortamos hacia el límite unos kilómetros antes que el que hizo el ejército. Lo que hicimos se llama Cajón de los Arrieros y el ejército fue por el Cajón de los Oscuros.
¿Cómo es el vínculo con los caballos?
El vínculo con los caballos es fenomenal. Es un animal espectacular, pero en la montaña lo disfrutás mucho más. es tu compañero. Mi caballo se llamaba perilla. El andaba a caballo con su padre desde que era chiquito por el campo. Así aprendió a amarlos.
¿Cómo estaba conformado el grupo?
En el grupo éramos 26 personas. De edades, actividades y regiones diferentes. Había gente de La Rioja, de Catamarca, de Chaco, y muchos lugares distintos del país, incluso de Capital Federal. El más chico tenía 10 años y la mas grande 66. Después, había algunos que habían hecho excursiones, otros como yo que no y otros que era casi la primera vez que se subían a un caballo. Si no tenés experiencia con los caballos también podés hacerla.
¿Qué se hace en los momentos libres?
Todo el equipamiento se lleva en mulas. Se prepara el fuego y se calienta agua para el mate. Lo que primero que se hace cuando se llega al campamento, que es la intemperie, se arma el campamento para dormir arriba de las monturas, la bolsa de dormir, y las prendas del caballo para poner abajo. Y ahí se empieza a armar la guitarreada, las charlas, el compartir, las experiencias de los guías que te cuentan historias y anécdotas. Se generan relaciones y vínculos hermosos.
¿Y no hace frío en la montaña para dormir al aire libre?
La clave es tener una buena bolsa de dormir para estas excursiones. Los días que nos tocaron fueron bastante fríos, pero la semana anterior había hecho calor. No sólo nos tocó frío, sino que todo el tiempo nos perseguía una tormenta de atrás. En la montaña cambia todo el tiempo. Al lugar donde íbamos llovía el día después. Por suerte, sólo nos llovió el último día pero ya estábamos en un refugio para comer y dormir.
¿A qué temperatura te referís cuando decís que hace frío?
Cuando digo frío me refiero a que una de las noches hizo cerca de cero grados. De hecho, cuando dormís te tapan con una lona como la de los camiones porque el rocío nocturno te moja bastante y esa lona te cubre bien de eso. Hubo dos noches que esa humedad arriba de la lona se hizo escarcha. Hoy, por suerte hay mucha tecnología en abrigos. No sufrís el frio.
¿Hay señal de teléfono?
No, cero. Pero eso quizás hace la experiencia aún más increíble. Durante toda la excursión podés usar el celular para sacar fotos, pero estas totalmente desconectado y eso es fantástico. Hoy todos estamos pasados de vuelta, a full con el celular contestando mensajes de trabajo, amigos, familia, y de repente llegás a un lugar inmenso imponente e incomunicado. Chau. Esa incomunicación te remite a lo más básico y esencial de la vida. Es una sensación difícil de lograr si no es en una situación como esta, porque a mí me pasa todo el tiempo que andando en el campo no tenés señal, pero no es algo buscado, es algo que te pasa aunque no lo quieras. En este caso, como ya sabés que va a pasar no te genera ansiedad.
¿Creés que te hizo mejor persona esta cabalgata?
La experiencia de desconexión parece increíble porque es perder señal en un aparato pero es muy fuerte y te pone un freno. Después, vivir en circunstancias básicas y esenciales también te acomoda. Además, ver el estilo de vida de los baqueanos, te demuestra que bajando las revoluciones y estando mas tranquilos y dándole importancia a lo esencial seguro podés ser feliz igual. Lamentablemente después uno vuelve y se mete rápido en la vorágine. El sistema te lleva puesto de nuevo. Pero la experiencia esta te muestra que la vida pasa por otro lado. La felicidad pasa por otras cosas también.
¿Es una experiencia que recomendás para hacer en grupos?
Por ejemplo, de trabajo, o ateneístas… Definitivamente si. Es cierto que cuando sos mas joven tenés más posibilidad de cambiar algunas cuestiones a las que esta experiencia te lleva. Pero diría que cualquiera que lo tenga en mente o lo haya pensado se anime. No sé, me imagino que hacerlo en familia debe ser increíble. Una experiencia única. También para grupos de trabajo. Yo he participado de grupos, hemos hecho coaching, pero uno no se termina de desconectar del todo. Imagino que esto, con un coach, en el medio de la montaña, debe ser fantástico.
¿Y ahora? ¿Ya tenés otra excursión en mente?
Si. Mirá, estábamos haciendo la cabalgata y ya preguntábamos al guía si había otras excursiones más al sur para hacer en otro paisaje. Nos dijo que, en Mendoza, pero más al sur, atrás del Cerro Las Leñas hay una zona linda y se hacen buenas cabalgatas.
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