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En el tridente ofensivo de macronutrientes, Nitrógeno (N) y Fósforo (P) son Messi y Maradona, pero tan importante como ellos es el Potasio (K), que es ese jugador del mediocampo, que recupera la pelota y la cede prolija para que lleguen los goles. El trabajo es en equipo.
Fernando García, de la Facultad de Ciencias Agrarias de Balcarce, y Juan Orcellet, del INTA Concepción del Uruguay, hicieron un repaso del “Proyecto Potasio” que armó una red de ensayos entre 2019 y 2022, durante una presentación a la prensa que organizó FERTILIZAR esta semana, pensando en la nutrición de los cultivos de verano.
“Potasio es uno de los macronutrientes que se requiere en muy altas cantidades, es el más cercano en cantidades al nitrógeno”, abrió el juego García, que finalizando la charla advirtió: “Si falta potasio, no hay cultivo, es medio shakesperiano lo que les digo, pero esto es ser o no ser”.
García mostró mapas de potasio, en los que se veía que en 2011 los suelos estaban bastante bien, sólo en algunos sitios cerca de tener deficiencias. Pero en 2018 hubo una expansión de las zonas “naranjas y amarillas, achicamiento de las zonas verdes (sin deficiencias)”. “Antes potasio era un capítulo que no le dábamos mucha importancia, pero ahora sí”, enfatizó.
Se armaron dos redes de ensayos, una por el lado de Mesopotamia (que abarcó sur de Corrientes y Entre Ríos) y la pampeana que abarcó distintos sitios de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba.
Red Mesopotamia
Los investigadores advirtieron que “de por sí, históricamente, Corrientes es una zona deficiente en potasio”.
En lo que respecta a maíz, la primera campaña las franjas sin potasio lograron 4724 kg/ha y las más fertilizadas 6782 kg/ha, una respuesta de 43%. En años subsiguientes se logró un incremento de 4948 a 8185 kg/ha, ¡Un 60% de respuesta! “Tremendo, pero en una zona consabidamente deficiente”, justificó García.
También se trabajó con otros cultivos (3 ensayos de arroz, 17 de maíz, 13 de soja y 14 de trigo) con respuestas promedio de 7% en maíz arroz, 23% en maíz, 5% en soja y 14% en trigo.
“Una de las cosas que llamó la atención es la tasa de caída en tan poco tiempo, para lo cual, vemos dos factores, la exportación por rendimiento de los cultivos, que se lo van llevando, y también la degradación del suelo”, comentó Orcellet.
Acá hay dos cosas que maridan, porque -comentó Orcellet- Entre Ríos de 2003 a 2015 tuvo 5 hectáreas de soja por 1 de maíz. “Tuvimos alta frecuencia de soja y la soja exporta más potasio que maíz, pensemos que una soja de 2800 kilos por hectárea exporta el equivalente a dos cultivos de maíz de 6500 kg/ha”, dijo. La cosa se emparejó un poco desde 2015 en adelante, entre la oleaginosa y el cereal, pero sigue siendo preocupante.
Para el trigo encontraron respuestas en el 30% de los sitios analizados, una respuesta media de 650 kg/ha (15%). En tanto que en maíz en una campaña en la que el cultivo sufrió una seca tremenda como la pasada (sólo 200 mm de septiembre a diciembre), la respuesta casi duplicó la producción respecto de las franjas no fertilizadas con potasio.
“Cuando evaluamos los kilos de granos por milímetro a partir del buen aprovechamiento que se hace de cada milímetro a partir de estar bien de potasio, vimos que el testigo sin potasio es la mitad que el que tiene 120 kilos, y esto se ve en los de alta y baja productividad”, remarcó Orcellet.
Vale apuntar que aún en la zona pampeana no se han visto respuestas importantes a la fertilización con potasio pero hay que seguir de cerca la situación porque viene en caída.
¿Cuál es el límite de respuesta?
“Estos estudios nos dan una base fuerte para empezar a hacer recomendaciones”, explicó García. Y agregó: “La evaluación de los ensayos nos dice que, si buscamos un lugar que pueda tener 10% o más de respuesta a la aplicación de potasio tiene que estar por debajo de un rango de entre 150 y 200 ppm, por arriba de 200 la respuesta es baja, en general”.
“Siempre, el recurso más limitante es el agua, pero sabiendo aproximadamente con cuánta agua voy a contar, que eso ya te pone un techo potencial, tenemos que buscar la mejor fertilización para alcanzar ese potencial”, explicó García.
Es cierto que, como observó Orcellet, que “es un nutriente más que tiene que incorporar el productor (entrerriano o correntino en este caso) por eso hicimos un planteo al Ministerio de Producción entrerriano para advertir sobre estas deficiencias que veíamos y lo que iba a perder el productor si no aportaba potasio”. “Pero ojo, porque también si lo tiene que usar está perdiendo competitividad porque estamos hablando de 130 a 150 dólares más que tiene que gastar por hectárea sembrada”, dijo el investigador del INTA Concepción del Uruguay.
Ahora bien, un aliciente, en caso de necesitar un aporte de potasio, son las fertilizaciones de precisión. Dejar de aplicar en todo el lote y empezar a aplicar donde realmente lo necesita. Así, detectaron que en algunos lotes podrían aplicar en sólo el 30-50% de la superficie total. “El 70% de los ambientes de baja productividad están por debajo del nivel crítico de potasio”, advirtió.
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