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El autor reflexiona sobre afirmaciones de Francisco en temas económicos y asegura que no se aparta de la Doctrina Social de la Iglesia.
En reiteradas ocasiones, se ha acusado al Papa de mantener una posición próxima al marxismo. Y se lo ha hecho por sus reflexiones sobre la economía de libre empresa y la propiedad privada.
Cuando el Pontífice afirma que “El derecho a la propiedad privada solo puede ser considerado como un derecho natural secundario y derivado del principio del destino universal de los bienes creados” solo sigue la tradición de la Iglesia.
Francisco no se aparta de la Doctrina Social de la Iglesia, conformada por una serie de documentos que subraya el derecho a la propiedad privada, cuya lectura Bergoglio recomienda enfática y explícitamente. Y recurre frecuentemente a las reflexiones de Juan Pablo II. Es la Doctrina Social de la Iglesia compuesta por los manifiestos y documentos sociales en la era contemporánea. Acá está la posición oficial desde fines del siglo XIX hasta ahora.
Se trata de una concepción que llega hasta los Padres de la Iglesia, y hasta el Evangelio mismo, e incluso más atrás, al judaísmo y la Biblia en general.
En Fratelli Tutti, publicada el 4 de octubre de 2020, Francisco escribe: “Vuelvo a hacer mías y a proponer a todos unas palabras de san Juan Pablo II cuya contundencia quizás no ha sido advertida: ‘Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno’ (Centesimus Annus)… El principio del uso común de los bienes creados para todos es el ‘primer principio de todo el ordenamiento ético-social’ (Laborem exercens), es un derecho natural, originario y prioritario (Compendio de la doctrina social, 172)” La enseñanza de la Iglesia sobre la propiedad y su función social se alimenta de profundas raíces bíblicas y es parte de la doctrina social desde la Rerum Novarum de León XIII (1891) a la actualidad.
La Iglesia desde antiguo viene atendiendo la problemática socioeconómica del mundo capitalista y que Francisco, pese a su particular forma de comunicación, no se aparta de la tradicional visión de la Iglesia. Sus documentos así lo demuestran. En su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium dice: “Para reflexionar acerca de (las graves cuestiones sociales que afectan al mundo) tenemos un instrumento muy adecuado en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, cuyo uso y estudio recomiendo vivamente”.
Además, ni el Papa ni la Iglesia tienen el monopolio en la interpretación de la realidad social o en la propuesta de soluciones para los problemas contemporáneos. Puedo repetir aquí lo que lúcidamente indicaba Pablo VI: “Frente a situaciones tan diversas, nos es difícil pronunciar una palabra única, como también proponer una solución con valor universal. No es éste nuestro propósito ni tampoco nuestra misión”.
Respecto a la cuestión de la libre empresa, en Gaudium et Spes, Pablo VI, expresa: “Hay que favorecer el progreso técnico, el espíritu de innovación, el afán por crear y ampliar nuevas empresas, la adaptación de los métodos productivos, el esfuerzo sostenido de cuantos participan en la producción; en una palabra, todo cuanto puede contribuir a dicho progreso”. ¿Por qué citamos a Pablo VI? Porque Francisco tiene veneración por Pablo VI. Dice el Papa argentino: “Contemplando a este gran Papa, a este cristiano comprometido, a este apóstol incansable, ante Dios hoy no podemos más que decir una palabra tan sencilla como sincera e importante: Gracias. Gracias a nuestro querido y amado Papa Pablo VI.”
En la Plaza de San Pedro, el 19 de noviembre 2017, Francisco habló de la “Parábola de los talentos”. “El siervo que recibió cinco talentos es emprendedor y les hace fructificar ganando otros cinco. De igual modo se comporta el siervo que había recibido dos y se procura otros dos. En cambio, el siervo que recibió uno, excava un agujero en la tierra y esconde la moneda de su patrón”.
Y siguió: “Este siervo no tiene con su patrón una relación de confianza, sino que tiene miedo de él y esto lo bloquea. El miedo inmoviliza siempre y a menudo hace tomar decisiones equivocadas. El miedo desalienta de tomar iniciativas, induce a refugiarse en soluciones seguras y garantizadas y así termina por no hacer nada bueno. Para ir adelante y crecer en el camino de la vida no hay que tener miedo, hay que tener confianza.”
Para finalizar, es remarcable el texto de Bergoglio, Hambre y sed de justicia, donde claramente expone su negativa al asistencialismo.
Allí, se lee: “Hay argentinos que se encuentran en situación de pobreza y exclusión, que debemos tratar como sujetos artífices de su propio destino, y no como destinatarios de acciones paternalistas y asistencialistas por parte del Estado, como desde la sociedad civil“.
“Ni el progresismo que se adapta al mundo, ni el tradicionalismo o el ‘involucionismo’ que añora un mundo pasado son pruebas de amor, sino de infidelidad“, asegura Bergoglio.
Nota de la Redacción: el autor es economista.
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