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En el debate por la Coparticipación queda relegado el impacto de las retenciones sobre el desarrollo del interior.
Para analizar la visión del peronismo K sobre federalismo hay que remontarse al momento crucial: marzo de 2008, cuando Néstor, como líder político del espacio, y Cristina Kirchner, como reciente sucesora de su marido en el sillón presidencial, asumieron la decisión de captar los recursos que estaba generando para concentrarlos en el Estado Nacional por vía de la captura de derechos de exportación.
Esa fue la decisión más trascendental en la política argentina en décadas, y sus efectos persisten hasta hoy, más allá de que los identifique como grieta, falta de crecimiento, escasez de dólares, déficit, macrocefalia nacional…o directamente clientelismo político y pobreza.
La Resolución 125 que elevaba brutalmente las retenciones, implicó entre otras cosas un freno abrupto a la migración interior que se estaba dando tras la crisis de 2001-2002. El Gobierno de Néstor Kirchner heredó la estabilización económica de Duhalde-Lavagna que no fue tanto por lo que cobraron de retenciones sino por el dinamismo que brotó en pueblos y ciudades a partir de la producción rural.
Pero ese revival de federalismo, en un sentido inverso a la migración de mediados del siglo XX hacia el Gran Buenos Aires, fue subordinado al control político electoral y, desde entonces, con retenciones, restricciones a las exportaciones o brechas cambiarias, el gobierno nacional captó los fondos que se generaron en la cadena agroindustrial y los destinó a destinos cuyo resultado ha sido la ominosa pobreza de la mitad de la población y la merma de poder adquisitivo del resto de los argentinos.
Ahora, Cristina Kirchner enarbola la bandera del federalismo con el mismo objetivo: controlar el dinero que se genera en la Argentina para direccionarlo según sus intereses. Y la provincia de Buenos Aires vuelve a ser el bastión elegido para favorecerlo con recursos generados en otro lado.
En este aspecto, es curiosa la adhesión de gobernadores del interior a la embestida K contra la Ciudad de Buenos Aires. Por supuesto, hay razones históricas, desde la Confederación Argentina gestada hace casi dos siglos. Pero todo parece alinearse con un interés electoral, para conservar poder político: antes y ahora, Cristina en el Conurbano; y los gobernadores peronistas para juntar fuerzas en torno a una representación nacional camino a las elecciones del año que viene.
La jugada va más allá de restarle fuerza a Horacio Rodríguez Larreta como eventual candidato presidencial de la oposición. También implica sostener el Gobierno de Axel Kicillof como bastión clave a partir del cual suele definirse la conducción del país. Quizás algunos de los 14 gobernadores que se alinearon con Cristina no la prefieran para encabezar la boleta de los comicios, pero al igual que el presidente Alberto Fernández cierran filas en cuidar la caja en la que todos abrevan.
La vicepresidenta argumentó que el fallo por los fondos coparticipables es “para la campaña del jefe de Gobierno de la Ciudad, que seguramente va a ser el candidato de la oposición”. Evidentemente no reflexiona en términos de si le corresponde a CABA o no, sino en lo que representa para el manejo de dinero del político que tiene el poder. Puede tener razón en que Horacio Rodríguez Larreta tendrá a disposición fondos que puede embellecer su candidatura pero esa no debería ser la discusión en relación a la Coparticipación y a la estrategia de asignación de recursos para el desarrollo de un país.
La ex vecina de Recoleta, ahora mudada a Congreso- puso el foco en lo que gasta la Ciudad de Buenos Aires en “ornamentación, plantas y esas cosas hermosas” e ironizó con comparaciones respecto de los presupuestos de Quilmes y Avellaneda, dos de sus distritos bonaerenses dilectos.
En un momento de su alocución en La Plata, el martes, Cristina dijo que “la Provincia de Buenos Aires tiene 300 mil kilómetros cuadrados y recibe muchísimos menos recursos de los que produce”. En ese punto hace falta una aclaración: se trata de dos cuerpos diferentes en una misma jurisdicción política. Porque si bien en la mayor parte del territorio bonaerense es vital la producción rural, los fondos de todo ese enorme distrito, el mayor del país, se distribuyen según criterios demográficos y terminan en su mayoría en el Conurbano.
Finalmente, en su convocatoria a la militancia, CFK destacó: “Este es un país con una función concéntrica. Quiero que advirtamos lo que está pasando. Cada compañero, cada militante tiene su bastón de mariscal en la mochila. Sáquenlo, y no le pidan permiso a nadie para sacarlo. En todo caso, si se equivocan con el bastón, pidan perdón. Pero permiso, a nadie”.
Claro, les recomendó la misma actitud bélica que ha ejercido en su particular visión del federalismo, desde que arrea los recursos del interior hacia el poder central, “sin pedir permiso”.
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