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El embajador Terry Branstad es el actual presidente de la Fundación Premio Mundial de la Alimentación. Nacido en Iowa, era gobernador del emblemático estado agrícola cuando, en 1990, acordó con el Dr. Noman Borlaug para trasladar el prestigioso Premio Mundial de la Alimentación a Iowa y establecer allí la Fundación.
Tuvimos la oportunidad de conversar con él en una entrevista virtual, en el marco de la cumbre de Ministros de Agricultura celebrada en San José de Costa Rica esta semana.
–Embajador, dentro de pocos días se celebra la COP28, la cumbre climática en Dubai de la que se esperan avances en la lucha contra el calentamiento global. La agricultura está señalada como uno de los sectores que deben hacer esfuerzos para reducir sus emisiones. ¿Cuál es su visión al respecto?
–Es cierto que hay una creencia de que la agricultura moderna es parte del problema. Se trata de una mala percepción, con una visión sesgada que no contempla los avances que se están dando para una agricultura con mejor huella ambiental. Esto es lo que está sucediendo en las Américas, donde hay una preocupación creciente y respuestas concretas por parte de los agricultores. La reducción de las labranzas y el cuidado del suelo, que no solo significa menor consumo de energía por unidad de producto obtenido, sino una recuperación de carbono. En esto el aporte de la biotecnología ha sido también crucial.
–Iowa es líder en producción de etanol y biodiesel. ¿Podemos incorporar estos biocombustibles como aporte del agro en la carrera por reducir las emisiones?
–Claro que sí. En esto, estamos también en el mismo camino que países sudamericanos, como Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. Por eso, es paradójico que buena parte de la sociedad no se haya anoticiado de este “lado bueno” de la agricultura, que está más cerca de ser solución que de ser parte del problema. Los profesionales de este continente tienen mucho para enseñarle a los productores de alimentos de países que siguen atrapados por los antiguos paradigmas de la agricultura convencional.
–Usted fue embajador en la República Popular China, un país que irrumpió muy fuertemente en los mercados agrícolas hace veinte años, emergiendo como una verdadera aspiradora de alimentos. ¿Esto es riesgoso para la seguridad alimentaria mundial?
–Felizmente, la demanda china se encontró con una oferta creciente, gracias fundamentalmente al aporte de los países de América. Creo que no está en riesgo la seguridad alimentaria global, salvo cuando se desencadenan procesos extremos como por ejemplo la invasión de Rusia a Ucrania. Pero desde el punto de vista de la provisión segura de alimentos, lo importante es mantener vivo el flujo de tecnología. No disponemos de mucha más tierra, pero sabemos que podemos seguir mejorando la productividad. Avanzamos mucho, pero todavía no vemos el techo…
Branstad, a lo largo de su carrera, ha mantenido una importante relación con la alimentación y la agricultura, entre otras cosas dirigiendo en Iowa durante gran parte de la crisis agrícola de los años ochenta, y reconstruyendo una economía en la que la agricultura es una importantísima fuente de empleo en toda la cadena agroindustrial. En Iowa están las principales compañías de maquinaria agrícola, de semillas, feedlots, complejos porcinos y avícolas, plantas de etanol y de molienda de soja. Ostenta el récord de ser el gobernador que más tiempo lleva en el cargo en la historia de Estados Unidos. Ocupó el cargo de gobernador de Iowa desde 1983 hasta 1999, y de nuevo desde 2011 hasta 2017, cuando fue nombrado embajador de Estados Unidos en China
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