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Hemos aprendido a aprovechar cada milímetro. Pero llama la atención el escasísimo avance del riego suplementario, sólo llega al 3% del área agrícola.
Cierra un año signado por la sequía. Se perdió la mitad del trigo, y la gruesa está contra las cuerdas. El atraso en la siembra de soja significa medio quintal por día y por hectárea. Y si bien la irrupción del maíz tardío (gracias a los eventos de control de insectos) es uno de los saltos tecnológicos de mayor impacto del siglo, el potencial de rendimiento es menor. Son otros niveles de radiación.
Hemos aprendido a aprovechar cada milímetro de agua. Tanto la que cae sobre los cultivos implantados, como la que se acumula en los perfiles durante los barbechos. Todos sabemos que el agua es el principal nutriente. Sin embargo, llama la atención el escasísimo avance del riego suplementario en la pampa “húmeda” y otras regiones donde pareciera que es imposible salir del paradigma del “secano”.
Tenemos mil argumentos económicos para explicar esta cuestión. La falta de financiamiento. La política impositiva, que no permite la amortización acelerada de las inversiones. Y por supuesto la relación insumo/producto, afectada por las retenciones y ahora por el obsceno diferencial cambiario. Pero hay también barreras intelectuales. Muchos técnicos y productores, entre ellos varios “de punta”, le atribuyen efectos perniciosos. Vale la pena profundizar en este debate, porque el lucro cesante ha sido y es enorme. No solo en esta campaña. Recuerdo que ya hace treinta años se decía que en una década hay cuatro año “normales”, cuatro con sequías de distinto grado y solo dos con lluvias generosas, en general acompañadas con inundaciones puntuales. El clima errático es una característica conocida de estas pampas y todo indica que esto se va a agudizar por el impacto del calentamiento global.
Así que vale la pena volver sobre la cuestión. “Ni una gota de agua al mar”, dice el ingeniero Aníbal Colombo, un hombre que ha dedicado su vida a “inventar” tierras, con obras de riego y drenaje en distintos puntos del país. Hay organizaciones que pusieron en práctica el concepto, desviando agua de los grandes ríos para generar epopeyas productivas de dimensión mundial. Pero es una gotita en el océano.
Hace poco más de treinta años, Martín Pasman, por entonces cerca de recibirse de ingeniero agrónomo, entró como ayudante en el CREA Pergamino-Colón. Lo agarró la sequía del 88/89, que fue terrible. En algunos campos del CREA se hacía maíz para los semilleros, bajo riego, mayormente con mangas. Pasman se fue a Estados Unidos, le aconsejaron visitar Nebraska y encontró la parafernalia de pivotes bombeando del acuífero subterráneo del Ogahalla. Volvió convencido.
Hoy, hay más de 5 mil pivotes en la región pampeana, Con ellos se riegan unas 700.000 hectáreas, ya que la mayoría se cambian de posición. Mayoritariamente, se hace semilla híbrida de maíz y cultivos más intensivos, como papa. Pero también en el gran cultivo. Me tocó esta semana estar en la cosecha de trigo en un campo de Huanguelén, con rendimientos que promediaron los 6.000 kg/ha pero con picos cercanos a los 9.000. Sobre ellos se está implantando la soja de segunda, a pesar del tiempo seco, porque atrás de la siembra viene la primera regada con el pivot. Para facilitar la siembra en esos rastrojos tan abundantes, implementaron la cosecha con strippers.
Pero las aguas están divididas. En el norte de Buenos Aires y sur de Santa Fe, adentro del mismo grupo CREA hay quienes riegan desde hace 30 años y quienes están preocupados por las consecuencias. Le temen a la salinización, por afloramiento de sodio movilizado por el agua de riego. El problema existe, pero los que siguen regando lo consideran estabilizado. No hay pérdidas de rendimiento. Monitorean la cantidad de agua que echan en cada campaña, y saben que esos años con buenas lluvias “lavan” el sodio. Todavía no vieron la necesidad de agregar “gypsum” (yeso) como es práctica habitual en California, donde todo es bajo riego.
Pensemos. La política económica va a cambiar. El agua va a seguir faltando. Sólo estamos regando el 3% del área agrícola. Hay un camino ahí.
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